En el cielo oscuro se divisan
negros y grises nubarrones,
como presagiando lluvia
que caerá a borbotones.
Se siente una brisa fría
de cambio brusco del clima
y las montañas se cubren
de neblina hasta la cima.
El invierno no ha llegado
es un capricho pasajero,
de las nubes que se antojan
de enviarnos un aguacero.
No tenemos estaciones
porque el clima es tropical,
llueve unos seis meses
el resto es sequía total.
Así es es donde he nacido
una ciudad muy especial,
llamada Villa de Cura
como no hay otra igual.
Cuando las lluvias han pasado
todo queda verde y florido,
es como una primavera
que nunca hemos tenido.
En la sequía o el verano
los arboles pierden el follaje,
simulando un otoño
cuando cambian su ropaje.
El termómetro se infla
y casi se ha reventado,
cuando la temperatura
llega hasta los cuarenta grados.
El frío solo en diciembre
cuando la brisa es muy fría,
como mi tierra es caliente
el frío nos trae alegría.
Lo mejor de mi terruño
lo tengo yo muy presente,
es la atención que le da
al visitante su gente.
Entre lluvia y sequía
el año abre y se cierra
y así transcurre el tiempo
allá en mi querida tierra.
Autor: Alejandro Díaz Quero
Villa de Cura,29/03/2021.