A Giu
Si tu corazón aguarda en silencio
en la penumbra se escuchan también
dos alas de un zorzal inabarcable
y de las sombras también caen
tus manos como mirlos de luna
que sorben tu sexo abandonado al goce.
Como eres desnuda, casi siempre,
joven garza del sol idealística,
bajo a tu corona de negros tordos
que son una nube de trinos y sal.
Quédate quieta o alza tus piernas
hacia los geranios de la ventana,
suelta tu ibis rosa hacia el sol
después de recoger el rocío en mi boca.
Si tu corazón amanece sobre el cielo
que son los cuervos perchados en tu boca
yo te alcanzo con cóndores en la mano.
Quédate quieta, alondra, no llames
vuélvete sobre la cama y tus senos,
deja que las gaviotas pasen sobre el día.
Como sobran las palabras, las calocittas,
si reposo en tus tobillos un colibrí amarillo,
si subo por tus piernas como espátulas blancas,
a diez besos por dedo con dos labios de cal.
Quédate quieta golondrina, no vayas a caer
o cae, sobre el inhiesto nictibio cerrando los ojos
llena esa caída que es el mas alto volar,
ven a mis ojos con un quetzal en los labios.
Si tu corazón me arrienda posada
en la casi noche, en el casi día, habrá
águilas que arden como dos gotas de fuego
un momoto secreto que bebe de vos
y si lloras o cantas o ríes o gimes...
estamos llenos de aves, llenos de aves los dos.