E. G. Cortez

Los Pájaros

                                                                                A Giu

 

Si tu corazón aguarda en silencio

en la penumbra se escuchan también

dos alas de un zorzal inabarcable

y de las sombras también caen

tus manos como mirlos de luna

que sorben tu sexo abandonado al goce.

 

Como eres desnuda, casi siempre,

joven garza del sol idealística,

bajo a tu corona de negros tordos

que son una nube de trinos y sal.

 

Quédate quieta o alza tus piernas

hacia los geranios de la ventana,

suelta tu ibis rosa hacia el sol

después de recoger el rocío en mi boca.

 

Si tu corazón amanece sobre el cielo

que son los cuervos perchados en tu boca

yo te alcanzo con cóndores en la mano.

Quédate quieta, alondra, no llames

vuélvete sobre la cama y tus senos,

deja que las gaviotas pasen sobre el día.

 

Como sobran las palabras, las calocittas,

si reposo en tus tobillos un colibrí amarillo,

si subo por tus piernas como espátulas blancas,

a diez besos por dedo con dos labios de cal.

 

Quédate quieta golondrina, no vayas a caer

o cae, sobre el inhiesto nictibio cerrando los ojos

llena esa caída que es el mas alto volar,

ven a mis ojos con un quetzal en los labios.

 

Si tu corazón me arrienda posada

en la casi noche, en el casi día, habrá

águilas que arden como dos gotas de fuego

un momoto secreto que bebe de vos

y si lloras o cantas o ríes o gimes...

estamos llenos de aves, llenos de aves los dos.