Jorge Horacio Richino

TARDE DE LLUVIA

 

 

Tarde de lluvia esperaban

aquellos enamorados

para estar amartelados

que era lo que ellos buscaban.

Suavemente se besaban

y se colmaban de abrazos

estrechando más los lazos

de un amor prendido fuego,

que no escapó de tal juego

estallando en fogonazos.

 

Con mucha pasión y amor

se iniciaron las caricias,

oportunas y propicias

otorgadas con primor.

De pronto un suave clamor

se escapó desde una boca

como si un cristal de roca

cortar quisiera una flor

sin intención de dolor

pero sí con ansia loca.

 

Se han de imaginar el resto

que es deleite conocido,

y una vez hubo concluido

tuvo más como repuesto.

Y en ese amor yuxtapuesto

la flama no se consume

pues no hay nada que la abrume

para impedir siga ardiendo,

y así seguirá latiendo

hasta que el fuego la esfume.

 

 

 

 

Jorge Horacio Richino

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