Esta distancia impensada,
nos miente con su excusa.
Nos desliga de todo,
del peso de nuestra voz,
de la herida del silencio.
Así nos embauca
una leve calma.
Pero el deseo no entiende
el argot del pretexto.
P r e T e x t o es lo que lee,
nada sabe de callar.
No hay pacto de silencio
que no deba caducar.