Así llegó
Me diste la mano
en momentos de intensa conversación
me miraste a los ojos
traspasando alboradas a mi interior
con aromas y cánticos novedosos.
Tuve sonidos desconocidos,
me entraron mariposas con cosquilleo
noté las nubes blancas, estáticas,
que viendo tu figura
y tu cara transfigurada
noté la belleza tan serena
que ante la suavidad de tu mirada
transformaste mi corazón
con sonidos orquestales
uniendo así nuestros espacios.
Las campanas despertaron jolgorios
en un rítmico soñar en movimiento
que me puse a pintar con flor de harina.
Los éxtasis continuados en tu presencia
eran volutas de amor primerizo
en interminable frescura matutina.
Esto, me dije, debe ser el cielo.