A veces sueño con una lluvia de cenizas
dentro de una cueva llena de diamantes recién pulidos.
Donde el humo es acorralado por niebla y agonía,
a veces sueño con las cicatrices de un albor de besos
como el aire sueña entre el polvo dejado por las tizas.
Y no hay sueño que al escuchar la melodía
de un arpa cansada
no recite en lo oscuro la locura del alma,
ni sentido que al percibir un paisaje derruido
no recuerde la razón muda golpeando las campanas.
Mis sueños se evaporan
en una laguna de relatos
y el compás de sus pisadas
solo imita el sollozo de las larvas
yacentes en cunas de seda.
A veces sueño como los niños sueñan,
con paisajes de plata, dulces y veredas,
como juego en la marea;
invisible para las olas y ando buscando
la vieja estrella que me enamora.