A veces siento que la vida me queda corta.
Muy corta.
Demasiado.
La pasión es a menudo tramposa.
Sobre todo cuando se filtra en varios,
muchos,
demasiados espacios.
Porque no se pueden habitar todos a la vez.
Ni de a uno, tampoco.
Y es en ese punto
de encuentro,
donde confluyen:
el deseo y la resignación.
El entusiasmo por descubrir y crear
universos,
con la estúpida sensatez
de sabernos
finitos.