ZMRS

**~Novela Corta - El Eco de la Lluvia - Parte Final~**

Y Elena y Efraín se ven en una mala presencia en el monte Gio, cuando, de repente, le expresa todo lo que vió aquella noche en que la luna la perseguía y él, Efraín, también, la perseguía, desde lo más recóndito de su interior, cuando en el enlace de la magia de la unión de su corazón se unió aquella noche sí. Si cuando Efraín le expresa que el cielo estuvo de tinieblas frías, y tan descendentes cuando la luna se tapó con una tremenda nube de color gris en una tiniebla casi densa y de un desatre de un mal vivir, si en el tiempo, sólo en el tiempo, quedó como órbita lunar atrapando el mal deseo de haber vivido en un mal adyacente como lo fue su viciosa violación y en una sola penuria de un dolor muy intransigente en saber que el delirio era frío como el odio o como el rencor en el mismo corazón debatiendo una sola espera y tan inesperada de creer que en su venganza era automatizada en saber que sería tan real y tan verdadera como el mismo sol, pero, aquí era la lluvia corriendo por el suelo dejando caer gotas de lluvia y desamores y de un eco de la lluvia que la dejó marcando su ira en una vindicta cruel. Si en el fracaso de la vida misma quedó Elena, derribando la mala felicidad en una sola soledad ansiedad de que el cielo pintó o dibujó un mal deseo dentro de su alma yá sin la luz que emanaba de Elena misma. Cuando en el instante se dió lo más pernicioso de un mal evento en que Efraín, le expresa a ella a Elena, que la persiguió lejos esa noche, fue esa noche de luna clandestina y de una luna en tinieblas frías. Cuando su esencia prefirió en creer lo que creó fuertemente en el alma y tan débil como la misma triste violación en caer el mal desastre de sentir el silencio automatizando, la gran espera y tan inesperada de una cruel y real vindicta. Cuando el desastre se vió autorizando el odio en el corazón y en la manera de vengar a Elena, sólo Efraín se vió inalterado, herido si cuando al final se dió como el comenzar de un sólo rumbo. Cuando Elena se vió inalterada, su forma de ver el cielo, y de creer en el mal desenlace de un triste final en que se vió aferrada Elena. Cuando se funge en el alma una luz tan descendente que no calma un recelo ni una mala verdad en que el trance se vió aterrado por esa vil violación. Fingiendo el calor amó a Efraín como nunca, no lo amó en cuerpo y alma sino en mente con la posibilidad de creer en el amor desértico, en que se veía el cielo de tormenta y de un mal desenlace en que se atrevió a descifrar lo que más se creyó en la manera de ver el cielo como un límite sin transigir cuando en el alma se dió una sola decepción como un terrible dolor en su alma. Y el cometa de luz se vió el dolor de una sola soledad cuando vió el terrible mal en su interior y más entre sus piernas un hilo de sangre, sólo fue esa noche, aquella noche. Cuando en el deseo y en el mal dolor se vió humedecido el llanto de temor y de ansiedad, cuando se vió reflejada la lluvia en el mismo cielo, cuando en el cielo se abrió el deseo de querer el sol como el calor y como la luz nueva en el mismo cielo, cuando cayó lo que no calla un dolor. Cuando en el alma se dió un reflejo lunar de aquella luna bajo el imperio de sus propios ojos recibiendo el dolor. Cuando en el alma se llevó una tristeza en que se debió de acelerar el coraje del corazón, cuando en un sólo tiempo se llenó de magia trascendental, cuando en el fuego del sol se opacó por la lluvia torrencial por una mala noche. Cuando en el combate de lo perdido se fue el funesto vaivén de la buena suerte cuando logró derribar el mal trance del mal vivir. Por que en la desilusión de su vida, quedó como el mismo combate de creer en el deterioro y en el mal irritando la vida y más el desastre en poder creer en la mala perseverancia de la vida misma. Cuando se vió atormentada con el mal desenfreno de ver en el cielo una lluvia y tan real como el haber sido violada su esencia como agua cristalina que vá del cielo hacia el suelo desatando la misma fuerza en voluntad que tuvo ése mal hombre para con Elena. Cuando en el mal embargo de su pensamiento lloró apresuradamente e inconscientemente y derrumbó el desafío inerte entre el reloj de un pasado que le atormentó con demasiada vil irremediable. Cuando en el trance de la verdad se dió como el tormento de una verdad y tan inocua, como poder ver y sentir la soledad en el tiempo en que se debió de poder creer en la magia del desierto, cuando lo imaginó y Elena lo inventó como arte de magia en su memoria y más en su cabeza. Cuando se sintió que el mal deseo se convirtió en un sólo trance de un sólo desafío, cuando en el frío inerte quedaron sólo las sombras inocuas de un mal intransigente. Y en el convite de crear en el desierto y en la magia de ver el cielo lleno de lluvia con el eco de la lluvia en su oír, cuando en el trance de lo vivido de la realidad se vió aterrado el silencio de un por qué tan desnudo como un siempre jamás, cuando en el desenlace estuvo la vida en un sólo hilo entre la vida y la muerte. Cuando en el frió del llanto se vió aferrado a ese evento cruel de su vida y de su corta, pero, muy larga desesperación cuando en el instinto se abrió de malos deseos, cuando en el llanto se aferró el mal trance de lo perdido. Si, ella Elena, se vió infringiendo de dolor inconsecuente en creer lo atemorizante de ver el cielo de lluvia, cuando el eco de la lluvia le hacía recordar a aquella terrible violación. Y Elena en el monte Gio, se vió aterrada y débilmente llorosa llorando su pena, su ira y su impotente imponencia de ver el cielo de gris sin ver más que lluvia en el cielo. Y Efraín muerto de desesperación al ver y sentir a Elena en una atrayente edificación se dió la forma más efímera en creer en el tiempo más nefasto de poder saber que el delirio frío se necesitaba para albergar el llanto muy dentro de ella. Cuando en el tiempo y en el ocaso frío se había dado la noche más perenne de una eterna violación, en la cual, se dió lo que quedó en el tiempo, y más en el trance de un mal vivir cuando en el ocaso llegó la noche fría, y tan álgida como el mismo hielo en la misma piel. Cuando en la ambivalente sonrisa de Elena, no le quedaba más que la pena y el sufrimiento de un sólo tiempo, en que la razón fue perdida, cuando en la noche se edificó el tormento crudo del eco de una sola lluvia mojando a su cuerpo y más a su piel por el triste evento en la calle Amor. Sus ojos se voltearon a ver el mal y el mal cruel desenlace de creer en el desierto en la misma alma impetuosa de creer en el mismo coraje de creer en el camino inerte y frío de una crueldad en desavenencia y en una crueldad de un sólo tiempo ahogando el tiempo y el llanto de una manera y tan real como el mismo desastre en vengar a su cuerpo del frío inerte y a su cuerpo y tan álgido como el mismo tormento. Cuando en el tiempo, y en su momento, creyó en ser como la Venus, o la afrodita buscando amor verdadero, pero, sólo halló un mal recuerdo en su pasado inerte y tan frío como la misma vida. Y quedó como la verdad, como el delirio frío y tan gélido como la misma costumbre de crear el desierto en un numen desértico, cuando en la vida, sólo en la vida, creó un mal desenlace en saber que el frío se dió como órbita lunar en el mismo cielo. Cuando en el alma, sólo en el alma, se irritó el desafío frío y en contra un mal sabor de esos en que se sabe que el alma quedó como un instante frío y mal adecuado trance y de un mal vivir. Cuando Efraín sólo él, sabía quién había sido el violador y calló como calla un adolescente su amor verdadero, cuando, de repente, habló Efraín con ella, y se sinceró su verdad, cuando el llanto y el frío, y el álgido hielo en su piel llenó de fríos a su cuerpo inerte y soslayando la impoluta verdad habló Efraín expresando su sentir y su desilución acerca de ese triste evento en el pasado de Elena. Él, Efraín, lo vió todo, cuando, de repente, Efraín le vá a decir quién fue el violador de Elena, y se detuvo el instante frío, en un gélido momento y en una tristeza inocua, pero, tan dañina como la misma violación, cuando, de repente, se vió inalterada la realidad, y la fantasía en un desértico momento en la cabeza de Elena. Y fu… Si cuando le vá a expresar la verdad, sólo sintió un mal desenfreno y un tiempo sin tiempo, cuando, de pronto, a Elena, le da un infarto fulminante de esos que ahoga el corazón en un sólo desafío inerte y es tan fría la vida. Y sin quedar un llanto o un por qué de esos en que sólo el tiempo, y la noche fría saben de la verdad, sólo ella se fue de la vida dejando un frío en su rostro y por ese álgido momento en que no vengó su cuerpo, su sangre ni a su piel, por esa triste violación, en la cual, ella derramó fuerzas y debilidades y no se pudo sostener en la vida desde ese cruel pasado. Y Efraín le expresa por último con ese adiós en la mirada y tan fríamente con una mortal daga que atraviesa el costado frío y escuchando el eco de la lluvia, que fue él... 





FIN