En este mi rancho todo sigue igual,
parcelas medio muertas, muertas
parcelas por no dar, y el hambre
de triste miseria a todo lo que da.
Desde hace quinientos años para
muchos el tiempo se desplomó en
tierras de camposanto, y en las
tierras de sembradío, adornadas
con hartas flores de color amarillas
y hojas de llantos de cempasúchil.
y ahora berridos en el bicentenario
con olor a descomposición en la
desigualdad, con pompa y platillo y
mariachis por doquier y la revolución
mexicana que luchó para cambiar
a estas tristes tierras del campo,
ahí, todo siguió igual, salvo los
muertos que contentos ya están.
Por lánguidos surcos de la tierra sin
producir, y el campesino con su
azadón lleno de ilusión, se enterraba
en esa tierra que de a tantito daba de
comer. Fantasmas que viven allá
en las sombras esperanzados por la
lluvia santa, ya que de la revolución
ni gota cayó de esas nubes que
alentaron una posible salvación,
alientos que surgieron vivos, y
luego muertos se postraron en el
olvido de la supuesta revolución.
Cuidado, los que decían que no
pensaban por ser del campo,
ahora, sabed, que razonan
y empiezan a demandar.