Resignación y muerte
suenan las trompetas
adquieren vestigios
las carnes incompletas.
Investidas de lejanía
sumen su cuerpo en lagunas
y acequias improbables,
insectos que atosigan,
pobladores de nuevas células.
Dios no me dio ningún talento
y yo desde entonces hago lo que puedo.
Me acosan las vestiduras largas
tubulares de los sacerdotes paquidérmicos.
Me asaltan ladrones de guante blanco
y orígenes dudosos.
Las gargantas parecen pavesas del miedo
amanece entre las ortigas vulnerables.
Alba y sombra, un carajillo del tiempo.
Una nada entre dos árboles-.
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