Apura el paso,
las sombras te persiguen,
Llega la noche.
Te marchas sol,
te vas para otras tierras.
Me dejas solo.
Quedo mirando,
sin ver, entre la bruma,
que a ti te espanta.
Y tú prosigues
la marcha y el destino
que te has trazado.
Cruzas los mares,
avistas continentes,
pasas montañas.
Nuevas ciudades
y aldeas, amanecen,
junto a tus rayos.
Y continúas
la marcha y el desorden
infatigable.
Ese es tu sino
nacer cada mañana
e irte en la tarde.
Nacer, morir,
pasar en un instante,
día tras día.
Rafael Sánchez Ortega ©
23/11/20
El sol es el protagonista invisible de estos versos y también el receptor callado que sonríe. Para él estos versos por ser parte intrínseca de la vida y de la poesía cada día que vivimos.