El imperio del vulgo quiebra la palabra,
bichas, tonterías, dicharachera maleva,
a pingos de mancha en barriada grosera,
les sabe exquisita la lengua diablera.
Comunes parlantes de escasa libreta,
la calle les muestra la palabra execra,
unos y otros su tupen, se enlodan,
de palabra vana, de insolente labia.
Esta ofensa suelta; la ofertada lengua;
punza como aguije a la oreja santa.
Partera de riñas la ofensa maldita,
en enemistades la argüendera leña;
quemada en bocones en fuego improperio.
Y así se las gasta este argot imperio;
y así se maltrata la palabra en serio. Fin
Lic. Isaías González Arroyo