La primera caminata
después de meses encerrada,
la primera acaricia
del aire salvaje
en mis mejillas
huele a arco iris -
una promesa de volver
a la puesta del sol.
Mi cuerpo ya es un océano
de tristezas prematuras.
Pero esta luz violeta
que todavía hace juego con la vida
me invita a nadar
a pesar de la tormenta,
amando las ondas
que con sus insufribles altibajos
me presentan al verdadero corazón
de la manzana de oro madura
que he vuelto sin darme cuenta.