Se me acercó lentamente,
con sus ojos inyectados
de un vacío, sus manos,
con un temblor que no pueden
sostenerse, de tal suerte
que no pude saludarlo;
una sonrisa en sus labios
de una burla que se muere;
me golpeó sin mirarme,
sin aparente motivo,
y aunque trataba de hablarle
él, parecía perdido;
más que un hombre, fue un mutante
el que me salió en el camino...