Alexandra Quintanilla
Los mismos
Quería no ser lo mismo, y veme, soy lo mismo dentro de lo mismo. Uso los mismos zapatos, escucho la misma música y utilizo la misma fracción de monosílabos en una oración de una cualquier cosa dicha en una ocasión de un tiempo y espacio cualquiera, que hace parte de un mismo sujeto y de una o de muchas cualesquieras doñas nadies en este espectáculo despampanante llamada la tutta la vita ¡Puta!. Y al igual que otro en otro país o en otra parte del mismo continente en el mismo horario, vemos el mismo sol en el mismo horizonte. ¡Gracia! De la buena, claro, de los miles de dioses mi Dios escucha a todos nosotros los nadies, como dijo Galeano, todos los nadies, tanto como los de las manos ajadas como los de las manos de ceda, tocamos lo que sea que sea lo que sea. Y cualquiera lee también a Goethe, y también cualquiera escucha a Paganini, vivo en un mismamiento, y pese a que huya y huya de lo mismo, lo mismo me persigue porque yo soy lo mismo que lo mismo sea, ¿Entonces quien soy yo? Acaso una multitud copia en múltiples lugares que pensamos y coincidimos, ¿en donde están todos los mismos para que nos comprendamos cuando no somos comprendidos siquiera por nosotros mismos? cuando la insensatez nos enfláquese y la razón no da razón de a dónde ha ido y, cuando vendrá ¡ya quiero que venga! Dígale quien sea que esté más cerca y sea más escuchado por Dios que yo, que me urge que aparezca. Porque yo a veces me pierdo, y cuando lo hago con dificultad me encuentro, pero eso si ¡siempre me encuentro! Sé que soy una guerrera en llamas con el insomnio en la espalda. ¡ya quiero encontrarme!... Entonces, hablando de todos nosotros los mismos, ¿siempre habrá alguien diciendo, yo también lloré en ese mismo camino?