Arde el labio que implora la presencia
del otro que inflamado le suspira,
temblando por si acaso se retira
el labio que provoca su indecencia.
Y el labio, al que desea con urgencia,
percibe que lo siente y que delira,
por mucho que en el labio la mentira
pernocte y le acaricie sin clemencia.
Su labio más el labio de mi boca,
mi labio que persiste en el exceso,
su lengua que a la mía vuelve loca.
Mi lengua de su boca en el acceso
penetra humedecida y se desboca
y siente que me besa y que la beso.