Tlatoani de municipios, origen de una cultura que arde en su mestizaje
raíz asentada del hambre desde su vocablo en cada uno de sus moradores
tus arquitecturas son el recreo de las miradas, cada tinaco de agua
tesoro custodiado por un perro miles de trebejos de una azotea y el astro sol,
colonias pletóricas de mansiones de la unidad familiar y del cariño fraterno
desecación lacustre, tolvaneras renombradas de canciones…
Mujer municipio que forja carácter, educación, morada y oficio
anatomía de huesos grisáceos y músculos cansados que erigen al amado.
Arterias salinas que se endulzan con caricias de miradas y palabras.
Ciudad dormitorio, que aprendió a cantar su felicidad y su tristeza.
Cielo abierto al tiradero, hospedador diestro de alimañas, ratones, cucarachas,
del pregón del comercio, del pensamiento que todo lo consagra y vuelve bueno…
Telar en que se une la expresión y la añoranza para forjar el camino de la esperanza,
la aurora del nuevo día, evolución de manantiales, central de maravillas,
donde los olivos, los pirules, las lomas bonitas muestran el porvenir,
que rodea como perlas, la joya de las armas y son la impulsora de las águilas…
Ciudad lago, ampliación del sol y del agua azul donde se casan, la fe
en la Guadalupana y el arduo trabajo de los corazones humanos.
Tierra natal de raíz ajena, con nidos en las manos, sus habitantes formaron patria
en un punto que no existía, enfocaron las pupilas…
con manos fértiles inventoras, con el piar y deambular de las gallinas y con su marcha
esperanzadamente silenciosa, aplanaron las aguas del llamado vaso de Texcoco,
hombres de sombra, mujeres en luna y críos que jugaron a las canicas con la historia,
crearon mitos y construyeron la ciudad: Ciudad Nezahualcóyotl, y aquí en el corazón estás.