Miyú-ú, era una joven adolescente que aspiraba en ser actriz. Miyú-ú, sólo quería ver su instinto y su capricho en saber que sería una gran actriz, en que todo mundo la adorara su forma de ser y más su forma de actuar. Ella, Miyú-ú, era una actriz japonés, de esas en que su presencia era la más fuerte en ser como el imperio de sus ojos rasgados desde su natal origen en Japón. Ella, Miyú-ú, sólo se aferra al misterio en la calle sin salida donde reside el brujo de Hunúro, cuando le hace brujerías desde la calle sin salida. Miyú-ú va y decide actuar en la obra “Sin Manchas”, ella se acoje a al bella y natural actuación, decidida planea su actuar como toda actriz del teatro llamado “Akiko” el cual, significa “luz brillante”, y en ese teatro se vá formando su estructura como actriz de un teatro, el cual, forma a grandes actores como actrices. Los actores en las tablas, se les llama a los que hacen y realizaban obras teatrales, y en su formación se debía a que su actuación se formó actuando con la maestra universal del Japón, la cual, le enseñó a Miyú-ú, todo desde actuar natural, con lágrimas verdaderas hasta su esencia en una presencia y tan verdadera que el público lo creyera realmente. Si su presencia y su esencia se formó atrayendo lo más débil de la creación efímera cuando se identificó la manera de ver y de creer en el carácter formado por la maestra del Japón, hacia Miyú-ú. Cuando su formación se creó en hacer verdaderamente, lo esencial, y lo más real en la naturaleza de hacer valer su formación en la presencia de formar su capricho en ser una excelente actriz. Cuando Miyú-ú, se dedicó en ser como el ave que vuela lejos, pues, sólo quería crecer como crece la cría de una hiena, igual a su madre, desatando la formación y queriendo abrir el deseo de entregarse en cuerpo y alma a las tablas, desatando su fuerza en calor y no en el frío nocturno y de un invierno y tan álgido, como el equinoccio que ella pasaba. Por dentro su corazón ardía de temores inciertos, de nuevas aventuras y de un n uevo capricho el de querer superar a su maestra en Japón. Cuando su presencia, y su formación se dedicó en ser débilmente fuerte, y de entregar el deseo en querer actuar. Cuando dentro de un ocaso fuerte se dedicó en ser como la actriz de sangre nueva en Japón. Cuando en el universo actual y dejando ver el siniestro cálido en querer amar sus fuerzas dentro del ocaso frío y desatando la misma cosecha de creer en el deseo vivo de hacerse una buena actriz, sucumbiendo en el trance en querer defender su trabajo y su labor como actriz.
Si Miyú-ú, era un actriz de buena estirpe y de un buen linaje y sabiendo querer amar quedó amarrada en ser como el desastre vivido, en hacer de su actuación una comercial entre las tablas del teatro latino. La obra, “Sin Manchas”, sólo quedó automatizando la espera, y tan inesperada en hacer creer la esencia, y la presencia de hacer pecar a traición su fría actuación. Cuando corrió el telón rojo y desató su fría, pero, tan natural actuación aferrando el ademán frío y su presencia entre las tablas, cuando en su carácter de hacer su acometido se aferró en ser más verdadero y tan real como el mismo instante en que se aferró su presencia entre las tablas de ese teatro llamado “Akiko”, el cual, significa “luz brillante”, la luz que emanaba dejando la luz sobre las tablas en el teatro nocturno y tan frío como el mismo invierno que sólo pasaba entre aquella estación invernal.
Si Miyú-ú, sólo dejó formando su carácter de actriz, con la maestra de Japón, la cual, le ordenó, saber que la primera actuación era su vida real, la segunda actuación la naturalidad con que obra con sus semejantes, la tercera actuación con el que desempeña su trabajo en actuar sobre aquellas tablas, donde sólo dejó presencia y una manera de actuar desatando la manera en fuerza y en un fuerte corazón. Cuando Miyú-ú, sólo quería entregar la misma espera como la misma esperanza de ver y de creer en la forma del silencio creyendo en su forma de actuar en la vida misma, y sin poder olvidar el sufrimiento que pronto llegaría sucumbiendo, en el trance de una ciencia, la cual, se electrizó la forma de ver y de creer cuando su formación en la actuación se edificó su creencia en saber que el destino crecía como una rosa en el jardín. Cuando en el instante se sintió como la misma soledad llamando el silencio en saber que el camino frío, se debatía en la espera inesperada en saber que el silencio llegaba a su vida.
Cuando Miyú-ú visitó al viejo brujo Hunúro en el misterio de la calle sin salida, sólo se vió aferrada y más que eso atada a la forma de ver el cielo de una fría tempestad, cuando el brujo y el viejo de la calle sin salida se vió atormentando a Miyú-ú, cuando su embrujo y su hechizo en pócima o brebaje no le sirvió de nada. Cuando en el tiempo, sólo en el tiempo, sólo se edificó su forma de atraer el silencio a su corta vida. Cuando en el instante se vió atormentando la forma de ver el cielo con un veneno fuerte y sin antídoto. Cuando en el pasaje de ver el cielo en tempestad se formó el cielo con una cruel tormenta. Cuando en el instante se debió de atormentar lo que se dió la forma de creer en el universo claro y tan real como la verdad de saber que el destino era incierto, como el tormento de ver el cielo lleno de nubes grises y con una lluvia tan clandestina como saber que el deseo de Miyú-ú, era el de saber su futuro en el juicio en contra de Pedro el productor de la obra teatral “Sin Manchas”. Si quedó atónita y putrefacta deseando averiguar de un por qué de porqué estaba él, Pedro, demandando a Miyú-ú, de un fraude entre las tablas del teatro. Cuando en el embargo de lo autónomo de creer en el desierto frío, y de luna traviesa en el mismo instante en que se dió la más fuerte de la razón, cuando llegó la consciencia en saber que lo fuerte fue tragar el nudo en la garganta. Y Miyú-ú, lo sabía que Pedro el productor de la obra “Sin Manchas”, sola quedó y sin más fortalezas que el mismo cielo se edificó su forma de ver la vida de otra manera. Cuando en el ambiente autónomo de la verdad se friza la verdad en querer lo que más antecede después de crear lo que se dió automatizando la realidad más fuerte de la verdad. Cuando en el ambiente se electrizó cuando Miyú-ú, quiso ser tan real como la misma fuerza en el fuerte desenlace frío de querer amar lo que más quiso ser una actriz de teatro y de las tablas latinas. Si en el desenlace frío de sentir la fuerza en creer lo que enredó la vida misma cuando sólo sintió Miyú-ú, una fuerza en su corta vida y tan real como la actuación en la vida misma y en su carácter una fuerza en el corazón. Desatando la misma fuerza dentro del mismo coraje cuando en el alma de Miyú-ú la sintió desolada y en una sola soledad se sintió en un sólo desastre de ver el cielo en la misma tormenta. Cuando en el alma soslayó una penumbra y una sombra en soledad, que dentro del ánimo en una sola desolación y desasosiego quedó Miyú-ú, sin amor entre aquellas tablas latinas y todo por un grave error en que se debió automatizar la espera y tan inesperada en que se da lo que más se siente aquí. Cuando en el alma de Miyú-ú, sólo se debió de creer en la mala suerte de ver el cielo de tormenta cuando su mundo cayó en un vil tormento. Si dentro del crepúsculo inerte y frío por un sol frígido, quedó mirando al sol como una desventura en su corta vida. Y lo que cruzó en el camino fue el álgido viento destrozando lo que más finalizó en el tiempo y en la tempestad, cuando se dió una fuerza en el mismo imperio de sus ojos cuando vió el cielo de gris. Cuando en el tiempo, sólo en el tiempo, sólo descubrió que después de la actuación connatural e innata de su presencia vendría la actuación real de su corta vida. Cuando en el ambiente se dió lo que más cruzó en el alma y en su camino frío un ademán tan frío como lo fue perseguir un destino en el juicio que le otorgó la vida. Cuando en el desafío de lo inusual se debió de soslayar la fuerza en el dolor ajeno. Cuando en el ademán frío de un instante se debió a que el silencio crecía más y más, y como ella nadie actuaría en esas tablas latinas por una japonesa del oriente. Cuando en el silencio autónomo de la verdad se erizó la piel de frío y de gélidos momentos cuando le impuso Pedro la demanda, el productor de la obra “Sin Manchas”, mientras ella perfilaba su actuación, él, Pedro, la demanda iba y venía por políticas de labor en el teatro. Ella, Miyú-ú, se detuvo su propia razón en una sola locura de ver el cielo de tormenta y no de azul como todos los días lo veía la gente. Cuando se vió obligada a visitar al viejo y al brujo Hunúro, en el misterio de la calle sin salida, se vió aterrada y tan aferrada a la fría verdad en que se dió el embargo de creer en el mal comienzo de creer en el alma sin la luz que descendía de la verdad. Cuando su alma dependía de la poca luz que de ella emanaba, y todo porque su luz dependía de ver el cielo azul o de gris. Y Miyú-ú, le indaga al brujo Hunúro, ¿que qué creía de la demanda de Pedro, si podía ganar la demanda o perder?, y Hunúro, sólo se sintió desafiante, con un futuro entre sus manos, y un mal pasado entre el porqué desnudo de la pura certeza de que había sido demandada Miyú-ú. Cuando en el alma se perdía, ella, Miyú-ú, crecía como mujer, como persona, y como una actriz entre las tablas latinas. Cuando en el momento se identificó como un tormento eficaz y tan terrible como el haber sido una manera de ver el cielo de gris y no de tormenta. Cuando en el embate de la vida se vió enfrentada y más entregada en cuerpo y alma a la vida misma. Cuando en el mal comienzo se vió aterrada, pero, supo salir airosa, cuando gana la demanda. Mientras se prepara para actuar entre las tablas latinas, Miyú-ú, ensaya y planea su actuación tan natural, y tan real como el haber sido como un sólo tiempo en que el destino no cambió su forma atrayente de creer en la actuación en “Sin Manchas”, de una obra que trata de la vida de una joven mexicana, la cual, decide a atreverse a desafiar la vida, cuando su jerga era la de una joven común, e interpretó bastante bien su actuación, sin saber que su físico de japonesa no era una barrera para interpretar dicho papel entre las tablas latinas. Si con un maquillaje y un vestuario adecuado todo lo cubría y muy bien. Si Miyú-ú, era la fuerte de alma y de espíritu desatando una furia interpretativa del personaje en una cruel actuación, donde se debatía la espera de crecer como la actriz más aventurera de la historia y más en el teatro japonés y latino “Akiko”, el cual, significa “luz brillante”, como toda luz que era ella, Miyú-ú. Cuando en el alma se debió de creer en la mala suerte de su vida real, pero, en la actuación borraba todo, como poder ganar esa vil demanda de Pedro, de su productor, en la obra “Sin Manchas”. Sola quedó en el imperio de creer en la opaca y en la oscura luz detrás del telón rojo, cuando el silencio automatizó la espera y tan inesperada, cuando su mundo se hizo pequeño cuando los aplausos de la gente no los escuchó más.
Continuará………………………………………………………………………………………………...