- ¿Qué es lo que un hombre bruto nunca puede ni finge
y lo que un hombre sabio siempre gusta y admira?
- El que es bruto, por bruto, su ignorancia a la Esfinge.
Y el sabio… ¡Nada admira!, ya que todo es mentira…
Dame la muerte niña blanca;
que no me miren más tus ojos.
Yo a arrancar rosas más no fuera
al jardín de tus labios rojos,
ni el dulce verso musitara
en tu pelo de negro otoño,
ni contemplara más tu risa
de hermoso cascabel sonoro;
ni ese incendio entre tus mejillas
de un crepúsculo de sonrojos…
Dame la muerte niña blanca;
que no me miren más tus ojos.