Tengo el alma lo mismo que una fuente
donde abreva el perdón y la armonía;
donde fluye de paz un gran torrente
que genera la luz de poesía.
Nunca anida mi pecho vil venganza,
ni maldigo mi suerte, ni al destino;
siempre llevo mi faro de esperanza
que señala la senda del camino.
Visto traje de amor y de estoicismo
y jamás me doblega la tristeza;
pues me corre en las venas optimismo
con su llama flamante de nobleza.
¡Y camino feliz por esta vida
porque a penas les gano la partida!
Autor: Aníbal Rodríguez.