¿Podrá el suelo estéril y árido,
recibir del afluente la caricia,
sustentar fertilidad y vida;
vivero exuberante de verdad?
¿Podrá la rosa triste, lánguida,
florecer como lo hiciera otrora,
y emanar ante la nueva aurora,
su perfume y encanto una vez más?
¿Podrá nuestro destino trágico,
cambiar para bien y regocijo;
brindar un porvenir distinto,
revertir su trayecto fatal?
¿Podrá este pueblo cándido,
despertar, buscar tiempos mejores;
erigirse cual inmensa torre,
ser el emporio cuasimundial?