Expuesta y galante en negocio agreste,
una rosa negra se posa oferente,
esperan sus pétalos para a ser tocados,
por los cuerpos toscos de clientes extraños.
Y en un recipiente temporal te encierran,
y ahí te quitan rojos celofanes,
y tu perfume junto a tu tersura,
en lapso tomado con ansias y afanes.
Poco te marchitas vuelves a pasillos,
que como en vitrinas te alquilas, te vendes,
y otros nuevos clientes vendrán con sus bríos
de tener tus formas de rosa oferente.