Del cielo bajó una estrella cierta noche, sin regocijo ni fiesta fue su arribo y hecha carne se propuso brillar; mas cayó a en un profundo pozo, allí reinaba la penumbra, la pared lamosa y una permanente plegaria: Dios mío.La penumbra era tan densa, la humedad tan intensa y el Dios mío tan agudo que esa chispa no hallaba con qué combustionarse.
Y fuese el silencio, roto por crueles burlas, por angustiados rezos o por algo más. o fuese por continuo encierro, negativas continuas, insuperables miedos o algo más que no aprendió con otros a jugar ni a compartir.
El tiempo fue monótono, repetitivo, agobiante, o algo más, el tiempo no dio tregua a esa chispa que crecía sin embargo, espigado y armonioso, sin duda hecha para amores y algo más, pero el brillo que trasciende, el ansia que arde con fervor, la felicidad genuida, la imaginación y el valor inherentes a su origen, eso lo perdía cada vez un poco más.
Y pudo, pudo ser canto, pudo ser cáliz, pudo ser abril, pudo ser rosario, pudo ser regaliz, repetir canciones y bailar al son, afirmar sus pasos, esparcir aroma, amar sin tregua, por doquier reír, pero solo el Dios mío, en continuo lamento aprendió a decir.
Pudo ser faro,resistir embates, esparcir su luz, guía en la deriva, pudo ser amparo, pudo ser un punto cierto en esa inmensidad de dudas, pero endebles cimientos no soportan constante oleaje, constante silbar del violento viento ni mucho más.
Pudo ser mecha, pudo ser escala, pudo ilusionada su corazón henchir, iniciar un fuego e invitar al cielo, pudo ser tanto, pero apagó sus ansias, entre continuos rezos, continuos dramas, una vida sin sentido como tantas más.
Los años transcurridos desde su primer brillo fueron implacables e involucionando fue, su mutismo amordazó sus labios, su miedo constante apretó su cuerpo, en las cuatro esquinas de una infancia gris, de una juventud amarga, remolinos de púas la atrapaban constante, cada noche una pesadilla se repetía siempre y renegó entonces de la misma vida y hasta al impasible Dios mío dejó de orar.
¿Cómo puedes, estrellita, desprendida del infinito en festiva fecha, renegar del fuego universal? ¿Cómo puedes, ante el sol diurno. ante la resplandeciente luna preferir morir, encerrarte por voluntad propia en esa mazmorra a desear el fin?
Hostil te niegas, otrora estrella ante cualquier muestra de sincero afecto, ante cualquier mano que desinteresada se tienda a ti, es trste ver cómo te hallas cada vez más cerca de volver atrás, sin haber encontrado algo o alguien por quien vibrar, inflamado el pecho ante el juez divino y comparecer al juicio del que nadie se escapa, afirmando en paz que el amor se dio, sea para ti benevolente por tan accidentada senda es mi mayor deseo, querida estrella, compartí tu viaje por tan solo un trecho y si te vas mañana estaré contigo, errante estrella encontrarás tu rumbo, encontrarás tu veta y quizá más.