Como un perro solitario
con traza de vagabundo,
navego por este mundo
que hoy es un triste calvario.
Bien cerrada está la puerta
de mi prisión obligada
y hay que “bancar la parada”
pues el mundo está en alerta.
Justo cuando está acabando
el hilo del carretel,
surge esta jugada infiel
que a muchos se fue llevando.
Por tan tremendo dilema
mi esperanza ya está muerta,
frente a la condena incierta
de este sin final problema.
Y el reloj tan lapidario
que no admite mi reproche,
va girando día y noche
en toda ocasión y horario.
Pasa el tiempo en vendaval
y se vive en cuerda floja,
pero igual no se le afloja
ni hasta el fin del carnaval.
Aunque todo un plazo tiene
que la mente no resiste,
y así de pena se inviste
que no es lo que más conviene.
En tanto duermen colgados
los sueños de postrera hora,
que ya ni se los añora
pues quedarán congelados.
*Bancar la parada*: Lunfardismo del Río de la Plata
(aguantar, soportar, resistir determinada situación o
en un determinado sitio, etc.).
Jorge Horacio Richino
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