yito

La tejedora.

  Sobre el telar, con la suavidad de una caricia, sus manos se deslizan entre el ramillete de colores de los hilos como si tuviesen alas. Desde el telar, la figura de un quetzal ansia desplegar sus alas, ella sonríe y el quetzal agradecido, alza el vuelo. Ella acomoda nuevamente la urdimbre y vuelve a deslizar sus manos sobre el ramilletes de colores. El mundo sigue en movimiento.