Por la callejuela, estrecha y angosta
transita con aire cansino, aparente,
un Burro cargado de alforjas y Amazona,
ambos, no se hablan, no se miran,
me adelantan, impertérritos.
Me imagino, siguen ruta programada
de antemano pactada, hasta una portada,
nada impide su paso, lento, acompasado
cuan figura sin destino, ¡opino!.
De no ser por los andares del Burro,
diríase que son estatua, de piedra,
de barro incluso; sigo intrigado
¿a dónde irán?, les sigo con la mirada.
Un Perro, en dirección contraria, mira,
ellos no se inmutan, yo espero a
que ladre el perro. ¡Nada! ¡Ni volverse!
Pasa el tiempo y sin nada previsto
desvíanse por un atajo, cuesta abajo,
embocan un camino, dejan la ciudad.
Y me paro, y sigo mirando, y
me pregunto ¿A dónde irán? ¡Solos!
Ya a lo lejos, su imagen se difumina
se encoge, se confunde al paisaje.
Sin tamaño, sin retorno, imperceptibles,
¡Desaparecen!…