Te vi volar,
sin alas, desde el roble,
llegando al suelo.
Hoja de otoño,
del árbol desprendida,
buscando paz.
Quieres dormir,
en suelo y en la tierra,
como una alfombra.
Había un cuento,
en boca de los niños,
sobre princesas.
Ellas volaban,
viajaban por los aires,
en una alfombra.
Mundos lejanos
venían a sus ojos
con mil sorpresas.
Y desde luego
las hadas, y los gnomos,
también estaban.
Juegos y cantos,
de niños y mayores,
en los hogares.
Pero la lumbre,
con fuego y con caricias,
nunca faltaba.
Rafael Sánchez Ortega ©
27/11/20
Es un pequeño homenaje al otoño y a estos árboles con vivos colores en sus hojas que van desgranando y dejándolas caer al suelo en un vuelo silencioso y sin palabras, pero lleno de auténtica poesía, y también con esos recuerdos de antaño y de la infancia que, sin darnos cuenta, vienen a nosotros.