marta CARMEEN

DESDE EL ALMA

DESDE EL ALMA

Qué bonito era ver a mi abuela en la puerta de la cocina,
con su batón florido, la cara entalcada y el pañuelo bien
atado en su cabeza, se vestía de fiesta porque en la casa
había festejo.
No sé que se festejaba pero se abrían las puertas de la
calle y la música se escuchaba hasta en la esquina. La
mesa, con restos de tortas, pastafrola, vino y sidra, era
corrida hacia un costado y comenzaba el sainete. Los
niños y adultos reíamos y bailábamos, al son de los
tangos, milongas y pasodobles que resonaban en el poderoso tocadiscos

.Estos recuerdos son cicatrizantes.
Mi abuela con los brazos cruzados disfrutaba la jarana y
aplaudía como solo ella sabía hacerlo, en forma exageradamente estruendosa. Ansiosa esperaba como una novia,
el ritual que todos conocíamos.
Mi padre ponía el vals “Desde el alma”, se ajustaba el
cinturón, caminaba hacia mi abuela, extendía la mano y
decía…
_¿Bailamos Doña Carmen?_
El danzar era mágico y pocas veces se la vía tan hermosa
y feliz!!!