Nunca he visto jamás tanta belleza
ni otros ojos de brillo abrumador,
que me expresen tan singular pureza
y me hagan sucumbir por su esplendor.
Cual fanal que me nutre de tibieza
o me deja llevar por su pudor;
como estrella colmada de terneza
que me lía a su tibio resplandor.
Dulce hechizo de singular majeza
que produce un encanto arrobador,
exponente central de tu nobleza
por su tinte de tono comprador.
Me conmueve de amor esa fineza
con su dulce brillar abrasador.
Jorge Horacio Richino
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