No puedo aprender a tejer.
De madrugada mi entendimiento
está vestido, de madrugada.
Dé madrugada a los otros, el vacío
dé sus gestos taciturnos el vacío.
Y no es negro tejido,
ni sombra hilvanada
es una ablepsia tan cerebral
que me envidia la sandalia
de quien camina en la penumbra.
No puedo aprender a hilar.
Estoy desnuda y sencilla,
estoy herida y tengo frío.
Espejos y listones
se miran y se enhebran
como rectangulares palomas
rojas y verdes
sobre un sombrero como espejo
donde habita otro espejo
que salva del silencio
al ojo que busca y mira
cómo se refleja el reflejo de sí mismo
en sí mismo y en todos
esos otros vuelos de otras palomas
iguales a listones.