Tus agujas punzan mi consciente
en tu constante ritmo con avance,
te miro circulo bendito, y mientras;
¿llegará a mi puerta le pregunto?
más arriba, a apolillado crucifijo.
Tú solo números continuos;
Y Él dos maderos transversales,
tú con mínimos sonidos
y Él en silencio; mudo.
Ahora tu estas en línea en punto doce,
Él, ahora en mis manos apretado en pecho,
la puerta insonora me detuvo el tiempo
Y una lagrima cae sobre la cruz a ese herido hecho.
No vino, descompuso a mi reloj y mi tiempo;
y diezmada mi fe, a este crucifijo. Fin.
Lic. Isaías González Arroyo