El alba toca sus primeras notas,
su destello alcanza el cielo,
el aire le ofrece sus gotas,
y en ellas, sus anhelos.
La cara del sol resplandece,
y reparte su luz cegadora,
allá donde la sombra crece,
donde el color negro mora.
Camina por los pasillos, de puertas
blancas, y relucientes alfombras,
clarea las casas, las huertas,
y blanquea las sombras.
Pinta el horizonte de hadas,
y siembra la flor amarilla,
siguiendo una línea dorada,
que guía al sol hacia la orilla.
Muestra su belleza amanecida,
a las montañas que le miran,
al mar, espejo de su vida,
y a los seres que le admiran.
José Antonio Artés