Sigo navegando, día a día
la ruta se me hace angosta
y la mar enfurecida, mas
no siempre luce la armonía.
Tras un largo y cansino viaje,
volveré a mi tierra y a mis gentes,
a mi casa y al arrullo de las fuentes,
navegando con un ligero equipaje.
Sin sirenas que me canten como a Ulises,
sin Ítaca que me aguarde y sin Penélope,
seguiré la ruta, tolerando mis días grises
soportando las envestidas golpe a golpe.
Seguiré adelante hasta regresar
firme por el camino de esta vida,
soñando un puerto donde atracar
hasta llegar a la tierra prometida.