si dentro de mi pequeño reloj de arena
he encontrado ya la luz que anhelaba
y casi no esperaba, una y otra vez,
el sol cobrizo del amanecer
sobre cuyos hombros nacen los días
y las gaviotas y las ondas ruborizadas
de posibilidad renovada …
si es que nunca quise
los calores agobiantes del mediodía
o las riquezas y pretensiones
de la noche susurrando secretos
en una taza de té negro, enfriado …
si ya soy jardinera
y hay huellas en mi corazón
de gente floreciendo
bajo esta luz mía
simple y acogedora
que una y otra vez casi olvido ...
¿qué más da?
que unos anónimos
me llamen espacio vacío.
que piensen de mí como si no fuera
ni siquiera liquen en un mundo sin norte.
que me duelan las llamas
o que me corte el bisturí
debajo de la carne y de la esperanza.
si fui bautizada en un océano personal de sentido
que descubrí sin darme cuenta
en el sendero hacia mi mejilla derecha,
¿qué más da
si debo descubrir también mi infierno
en una de tantas gotas?