Una gran sequedad aglutinada me embarga el aliento
mis mariposas como mi sangre, tienen urgencia de ti,
mientras que tú, cual Penélope cada tarde bordas
de adiós y distancia mis desérticos paisajes…
Tonto jazmín aprisionado bajo el sello de tu belleza y
bajo el iris verde de una esperanza que no me guardas,
en mi habitual oficio de extrañarte, yo también como tú
tejo, un puente de palabras donde espero del otro lado
encontrarte, con una bandeja de caricias que apetezco
que me hacen morir de hambre, de un hambre innegable,
la piel me desborda de carencias, lloro, lloro mi cruel destino
de no poseer gracias, de no ser… simplemente más grande.