Ocurre que me asalta este vacío de las entrañas,
del pensar y del vivir ya me canso de maldecir,
de roer mediocridades fuera y dentro de mí.
Miro sobre mi carne supuración de dolor y anhelo
y aun no alcanzo a saber cómo fue, a que basurero
acudí para bañarme en él, o quién se adueñó del edén…
Yo era brisa de paz, embeleso que se forjó así misma,
hoy sólo soy huracán de retrete y torbellino de miseria.
Aún recuerdo mis días de ansia, de espíritu, de intelecto
ahora me queda el hambre tan sólo del cuerpo.
Tengo taponeada las arterias de la dignidad
y he convertido en sombra las pupilas de la conciencia,
me lleno de ebriedad del capitalismo y la apariencia.
Se marchó el grillo que cantaba a la vida
lo remplaza el escarabajo fustigador de los abismos.
Y encima de todo, la propia alacena de vacío
me invita aprobar del manjar de los recuerdos.
Se abren ante mí, mis dos puertas del apócrifo futuro
y a mirar alcanzo el egoísmo de mi propia mano,
la envidia de merecer por lo que no trabajo.
Me gotean por doquier los fantasmas de amores diluidos
comida de insectos, estupor y vacío son solo mis huesos.
Cuanta hambre han de tener todos los muertos,
cuanto vicio de piel queda entre nosotros perdido…