A ELLOS. Tras el Octavo Congreso del Partido
Hace 60 años, 60 años exactos,
ellos estaban aquí, allá, en todas partes,
con deseos de festejar la victoria,
sin poderla festejar,
con necesidad repentina de llorar por quienes encendieron
con su sangre aquella tarde-noche clara de cielo,
sin permiso de llorar;
mientras las madres y los padres morían
por saber si sus hijos estaban muertos o vivos.
Así, luego de tantos girones de la historia,
ellos llegaron aquí, algunos de carne y hueso,
otros, ardiendo
en el recuerdo de su amor, en cada pecho.
Y ya está, se retiran cual
generación brillante de deportistas:
siempre falta aire para que respiren
los nuevos vientos
y sobran relojes para estorbar
la llegada de nuevos tiempos.
Un día tenía que ocurrir y ahora sí:
nos toca a nosotros tomar la bandera y,
si es posible, decidir. ¡Qué viva la sangre
joven! Pero si hace falta detenernos un segundo
para volver a comenzar, pensemos otra vez en ellos.
Ya no vale empezar de nuevo:
hay que empezar de viejo.