Vengo del páramo gris del sufrimiento,
del lugar donde muere la esperanza
y agonizan la risa y la alegría.
Allí dejé mi alma
descansando al lado de una estrella,
que desterrada del cielo una mañana
fue a parar a los pies de mi destino.
Allí quedó mi alma,
en el páramo gris del sufrimiento.
Allí sigue mi alma,
como encantada por un extraño hechizo;
allí sigue como fiel guardiana
de penas y secretos.
Allí vive mi alma
entre el triste lamento
y la soledad del páramo.
J.M.BRAZAL