Antes de que partas esta noche
no quiero saber de mí, llama a la muerte,
que me lleve entre sus manos esqueletas;
mi alma y mi conciencia no están quietas,
esperanzadas a un golpe de suerte,
a que te quedes después de la hora ocho.
Si marchas en punto de las ocho
esa muerte, vendrá con su veneno de locura por perderte,
y me llevara al manicomio entre sus manos sin mi vuelta;
mi razón a no perderte está resuelta,
implorando a Dios y en su milagro detenerte,
aunque de dinero y de éxitos este partido y mocho
Un reloj ya miro son casi las nueve
en un lapso de cordura en este cuarto blanco;
no sé si el tiempo corre o no se mueve
al volver la locura alucinado y con los brazos cruzados en atranco. Fin
Lic. Jesús Isaias González Arroyo.