Yelisa Suárez un día como cualquiera, ella, Yelisa, se abría paso en esgrima, en su deporte favorito, pues, el esgrima sólo no le daba la satisfacción de creer que volaba lejos en cuestión de saber que su deporte era una técnica fabulosa y una disciplina bastante y muy perseverante en edificar su estructura en la formación de ella en esgrima, sino que le daba aire de libertad, cuando su mundo se abría en cuestión del deporte del esgrima como una técnica de auto supervivencia y en poder sobrevivir la forma en que atacaba con el sable y el florete. Sólo Yalisa Suárez, sabía una cosa en esgrima, en que el contrincante estaba listo para derrotar cuando se descuidaba. Yelisa Suárez no sólo se atrevió a desafiar el deporte de la esgrima, sino que interpretó muy bien su obra ante un público de acuerdo a que su forma de ver el cielo se formó como toda esgrima. Yelisa Suárez una esgrima con sable y florete, se dedicaba a ser disciplinada y feroz en el deporte y tan tranquila como el sueño durmiente, sólo quiso triunfar como esgrima. Sólo su esencia fue una sola presencia autónoma en saber que su compañerismo era como su contrincante en escena debatiendo la vida y más que eso su rumbo sin dirección, cuando en el tiempo, sólo en el ocaso frío, se intensificó su forma de atraer el espada hacia el mismo centro del contrincante para poder vencer en el mismo acto en escena. Cuando su rumbo y su dirección fue automatizando la espera y tan inesperada de ver el triunfo en cada acto en que se formaba su actuación cuando la disciplina y las técnicas de actuación se le venían abajo sólo ella, creía en la formación de ver el mal desastre en cada fracaso o en cada triunfo viendo el altercado o la reyerta en cada formación de la vida misma. Si en el momento se vió aferrada y aterrada a la vida misma cuando su deseo de vencer se le vino abajo cuando con el sable y el florete no le dió con punta hacia el mismo centro de su oponente. Sólo Yelisa Suárez se electrizó su forma de ver el cielo autónomo de creer en el triunfo como la meta más perenne y más eficiente de ver el cielo como el límite más sorprendente y con más disciplina, y con más técnicas efímeras recordando lo atrayente de ver el cielo de tormenta cuando su sable no le daba la estocada muerte con el florete hacia su oponente. Si su presencia y su esencia sólo formó un altercado o una fría contienda como una álgida reyerta en que su forma creció en saber que su delirio frío marcaba la trascendencia autónoma de creer en la mala técnica de ver el florete \"listo\" y acabando con la riña entre dos oponentes fríos y tan gélidos. Si sólo Yelisa Suárez se electrizó su forma más habitual de creer en esa mala actuación con un sable y con una espada acechando a muerte la vida misma. Cuando su persona se vió alternada como lo imposible de creer en el combate perdido cuando el sable y el florete se venía, pero, para sobre ella misma haciendo perder su poderío sobre la misma. Si su emoción cayó sobre ella misma, interrumpiendo disciplina, coraje, supervivencia y autonomía, con una recta, casi imposible de dejar florecer, y con un poder autónomo en poder hacer vivir la contienda fría en una técnica fría como el haber sido como la mejor esgrima del evento más perenne y con una contienda más adyacente que la misma primera vez. Si cuando Yelisa Suárez, floreció como la vez primera en que su esencia pintó a triunfo y a un éxito merecedor, por creer en su poder de esgrima triunfante, sólo la disciplina dibujó un tiempo en que sólo la mala técnica atrapada en saber que el deseo se había tornado fructífero en saber que su presencia sabía de todo, menos de saber que el tiempo, se debía de asomar por la ventana queriendo ver su triunfo como el mismo límite del cielo mismo. Si Yelisa Suárez toma el sable y el florete en su mano derecha como izquierda si ella es ambidextra, pues, si tenía fuerzas y fortalezas en ambas manos y en ambas dimensiones de su cuerpo. Cuando en su sonrisa y en su poder de mujer esgrima, sólo ella tenía un sólo poder el de la mente positiva, sin dejar de marcar un sólo paso en que el deseo de entregar pasión, vida y corazón en el mismo juego en que gana la reyerta si casi pierde con su oponente cuando el sable de la contrincante toca casi a su corazón en señal de victoria, pero, Yelisa Suárez, se debió de identificar su cometido sin bruces caídas, cuando su tiempo y su corazón, se perfiló en demasiado vil irremediable y en un efímero y corto desenlace de una cruel victoria hacia Yelisa Suárez, pero, su triunfo no se veía más poder en creer en su éxito rotundo, sino que su corazón batalla en contra de un sólo amor y tan pasajero, como nocturna la luna es. Porque cuando llega el día y sale el sol, se veía en su cometido un día lleno de luz, pero, muy dentro de su alma, sólo se debía creer en el infortunio de ver el sol con una terrible tempestad en que oscurecía la luz al día. Y el amor y el amor llegó sin tempestades y sin silencios, y sin más que el mal delirio de creer en el amor sin pasiones, pero, esta vez llegó el amor y sin más compasiones que dejar el frío en la misma piel. Si cuando Yelisa Suárez fuera como el mismo florete sin ser tan filoso como una verdadera espada, sólo se vió aterrada y entregada a ése amor que le había llegado sin compasiones y sin más que el desastre dentro del querer se llenó de amor y con las cadenas del deseo, se encerró de tal manera, cuando el deseo le abrigó a su piel con ese gran e inmenso deseo de amar y de ser amada. Si cuando se vió embriagada de ese amor, sólo no le pasó en vano su pasión por el verdadero amor que le esperaba como esgrima y con un sólo amor que le faltaba en las cadenas del deseo por la vena ardiente entre sus venas más perennes y más electrizantes en que su ensayo como esgrima sólo se debía en creer en el florete sin filo atacando fuertemente al corazón de su oponente y sí que lo combatió, pues, se enamoró solamente Yelisa Suárez de su cruel oponente. Cuando su fuerza y su fuerte esencia como la presencia en esgrima su sable y su florete, sólo le fortaleció en su forma de ver la vida, como en creer en el instinto tan fuerte como el mismo capricho de ver el amor en el camino frío y tan verdadero como tan imposible de creer en su amor preparándose a enfrentar en esgrima a su oponente, cuando le llega las cadenas del deseo a acechar con amor incondicional de su primer amor, si Yelisa Suárez, fue como la misma cadena del deseo, cuando en el silencio se da como los mismos celos que le dió a Yelisa, cuando llegaron las cadenas del deseo por la otra relación de su oponente en esgrima. Y para ella, para Yelisa, no tenía nombre sino que le llamó amor, y entre el enrejado de acero inoxidable se veían las caras con las cadenas del deseo floreciendo cuando se asoman los ojos entre las cadenas del deseo. Y se fue por el rumbo y sin dirección, se dió como pasar el destino frío y el camino sin senda floreciente cuando su amor no era ni fue correspondido.
Y otra vez, le tocó con su oponente y con su contrincante pelear en esgrima, cuando su esencia y su presencia se debió de automatizar la espera y tan inesperada de creer en el suburbio de un corazón tan enamorado de su oponente en esgrima, cuando lo vió ojo con ojo a través de las cadenas del deseo de esa careta enrejada de acero inoxidable. Y sintió amor por primera vez, cuando entre las cadenas del deseo amó verdaderamente a su contrincante sin ver sus labios ni su rostro, su faz cubierta de la careta enrejada de un acero inoxidable, sólo supo que su delirio delirante fue entregar el sable y su florete en señal de ser rendida ante el oponente y eso nunca ante el esgrima más avaro y más condescendiente que ninguno y que nadie. Cuando en el altercado se vió aferrado y tan aterrado de enfrentar lo que nunca a ese amor bajo la careta de esgrima. Y se dió la contienda y la reyerta, entre dos esgrimas, entre dos oponentes y contrincantes desnudando el saber, el poderío y la fuerza con el sable y el florete. Cuando en el ataque sólo se desafío el altercado entre dos esgrimas, señalando “listo” en el mismo corazón el florete. Si en el instinto se dió la más fuerte fuerza en una gran fortaleza amando lo real entre dos contrincantes que se dedican en fuerza y espíritu a desafiar el poder del esgrima. Si en el altercado entre dos seres que se amaban, y él el oponente lo sabe todo, porque esos ojos le dice de todo y que se aman con tanta fuerza en el corazón que hasta el florete lo sabe, cuando dos contrincantes se pelean la vida y más que eso la copa mundial del esgrima, así llamada. Si en el suburbio autónomo de la vida se debía debatir entre lo inesperado y lo real de un cruel combate de un atacante no a muerte sino a amor eterno, y lo sabe él, el oponente y ella, en esos ojos de amor y llenos de pasión cuando entre la careta enrejada de acero inoxidable, se veían los ojos y tan enamorados. Cuando el sable y el florete, hacen su trabajo y hacen de lo suyo, si su autonomía crecía como la rosa en el jardín, o como el amor dentro del mismo corazón. Cuando entre el reflejo y los rayos del mismo reflejo de los ojos cayó en redención el corazón. Si sólo se sintió el deseo entre las cadenas del deseo, en que se gana una perdición entre el contrincante o su oponente, mirando y observando el cometido y no en bruces caídas demostró Yelisa Suárez, en que su esgrima es del todo fundamental. Cuando la esfera autónoma de creer en el desastre de querer amar se debía a que el florete se entrega de tal forma en el esgrima sintiendo finalizar la contienda. Cuando en el mayor desenlace de ver y de creer en el florete de ella de Yelisa Suárez, cuando da ese último ¡zás!, en el destino sin camino y sin frialdad de querer automatizar la espera y tan inesperada de ver el infortunio casi desmayado en el mismo combate de esgrima. Si en el desenlace se vió aterrado y aferrado en el mayor infortunio de creer en el ocaso frío, cuando su florete se dobla la punta en señal de victoria y de un buen combate. Cuando en el desenlace se debió de creer en el mayor nombre del Cristo, cuando en el convite numeroso de esgrimas no tenían el menor agrado de creer en el fin y en la victoria y en poder ganar. Yelisa Suárez, sólo vé a sus ojos quebrantar entre el enrejado de la careta de acero inoxidable, quedando inerte y frío el mayor desenlace. Cuando se dió la aventura más efímera y más cruel de automatizar la espera y tan inesperada de creer en el mayor final en saber que su tortura era como enfríar el desastre de haber vivido con un oponente la batalla que le ganó la guerra completa. Cuando su esencia y con una eterna presencia destrozan la manera de ver y de sentir el suave final en que se acerca la contienda final entre dos esgrimas. Cuando su rumbo y su tiempo, se dedicaba en ser como el mismo desastre autónomo de creer en el final del combate. Si Yelisa Suárez electrizó su forma de enfrentar al contrincante en un combate de ciencia y de directriz en ser aprendiz con una experiencia autónoma en esgrima. Cuando en el mayor desenlace final se dió como una primicia en hacer vengar el esgrima en ser acuartelado, y nada más.
Continuará…………………………………………………………………………………………..