Amada, siéntate y escucha,
las cosas son así,
la asolación de un incendio
en las barracas del profundo
a veces no es muerte;
habría un nombre con el aura tejido,
un lienzo muerto en polvo
en el nombre del dolor.
Amada las cosas son así,
de la tumba a veces
los sueños se despolvorean,
marcando hábitos inolvidables,
sé que prefieres anidar en tus manos
el corazón que palpita desecho,
a veces funciona…
Mujer, el tiempo en mi cabello
refleja la luna vistiendo de escarcha
a las hojas atildando las sombras,
en ojos ilotas no ha de caber
extrañas siluetas que mengüen
el violeta de tu mirada,
como hechizo rapaz
a la orden de mi corazón…
Amada, a veces el canto frustrado
por el frío vuela lejos
hacía tierras cercenadas
en tus cabellos de llama oculta,
y el tifón de albor
que desenvaina tu mirada
lo revela todo en mí,
Como apostando un libro infausto
en la soledad...