Caminaba por aquí…sin rumbo cierto,
recordando los eventos excitantes de mi vida…
Una vida apurada y libre,
a veces sosegada…estropeada y triste
y otras tantas…acelerada…emocionada,
como queriéndose escapar al infinito.
Hecha de risas y forjada en llanto,
como lagrimas…como sonrisas.
Pero con ganas de tenderse en la soledad
y estirarse en el silencio…
a escuchar los gritos de la impotencia.
Esta vida…
con fragmentos de tortura mustia en mis derrotas…
y unos cuantos triunfos desabridos…inservibles,
presuntuosamente tontos,
victorias y fracasos que al final no valen nada.
Caminaba por aquí…sin itinerario…
parecía que quería alejarme del dolor,
tan solo eso,
irme lejos del pasado…y del presente,
y me puse a transitar por los atajos
que me lleven muy de prisa a cualquier sitio,
a un apartado menos vil…más humilde.
Avancé un largo trecho sin sentido
y me encontré con un sendero escabroso y empinado,
un camino largo y frio…
coloreado del matiz de una mentira…
cual sarcasmo…
empeñando en sepultar lo meditando…
y empezar de cero.
Abandonar la vieja herida,
y encontrar la travesía centellante a la esperanza.
Justo entonces vi unos ojos…
transparentes y brillantes.
Se posaron sobre mi…cautelosos e intrigantes
y sentí como quemaban.
Esos ojos cristalinos… no engañaban,
arremetieron sobre mí con pasión,
calcinantes y vehementes,
desbordados de ilusión…
inexplicablemente misteriosos,
como un relámpago impetuoso.
Me encendieron tan a prisa…
y aquí me tienen…
confesándolo todo.