Un Girasol, lleno de vellitos, en todo su tallo, con unos pétalos amarillitos como el sol, largos, en las mañanas con el rocio y los rayos solares su esplendor crece, es alto, sobresale claramente entre los sembradíos, es único, con el viento sufre movimientos, pero sus raíces e ímpetu permiten solamente eso, dentro de sus pipas tiene un color de agua miel, ese tono que le da el papelón al agua, tiene inflorescencias que son el escudo para cualquier acto dañino, en días en dónde pareciera que se encorva pero realmente son momentos de descanso, es sin duda alguna interesante observarlo, minuto a minuto, se puede identificar como disfruta su estadía, es sin discusión el más precioso de todos, y como de manera definitiva no existirá otro igual en miles de mundos, es enteramente el más lindo de la Galaxia, de acuerdo a las situaciones y el reflejo de la luna, brilla de otra forma que fortuitamente su sombra se convierte en una fusión de mujer con iguales dimensiones, los pétalos son semejantes a cabellos crespos, con piel morena, suave, delicada, en ese contorno espectacular que con la magia que da el aire puro, se crean movimientos y posturas se observa esa preciosura de fusión, ha sido participe de la polinización del planeta sin sufrir menoscabo alguno, poseen raíces fuertes, a su alrededor los demás girasoles cuchuchean de sus cualidades, pero es que no se las explican, esas peculiaridades la diferencian en su entorno solo reafirman esa belleza infinita, capaz de hacer que este narrador vuelve cada día a disfrutar solo de su existencia.