Cauces de plata y cristal
en este día triste ya no tanto:
hay que ser feliz así sin verte
ni en retrato, soñando con el tacto
refrescado en tus perfumes...
Me dan nostalgia de ese acto
y del día que cubre,
de ese ámbar mágico
que encontré entre las nubes.
Recuerdo mi actitud en aquellos lunes,
la gris corteza con que se revestía
mi ser lúgubre;
y recuerdo finalmente
hasta los últimos detalles
de su figura dulcemente enmarcada
por las estrellas de seguro.
Me pierdo en su sonrisa transparente
entre velos desajustes
(uno soy que vuelve de aventuras)
si en mi mente no hay ninguno
que yo jamás supiese.
Soy el monstruo y estoy despierto;
soy la broma sempiterna
-soy cualquiera pero cambio:
no soy nadie si no quiero...-.