Tu boca cual fresa que el tiempo no olvida
y aunque esté lejana late en mi memoria,
muy suave me envuelve, delicadamente,
en tus dulces besos con sabor a gloria.
Hechizos que otrora llenaron mis labios
y aún permanecen cautivos en ellos,
recuerdos preciados que nunca se olvidan
lo que no hace extraño que en mi boca aún vivan.
Y así en mi añoranza revive ese fuego
que por muchos años estuvo encendido,
y hoy supo la brisa del tiempo apagarlo
con la fresca sangre de mi torso herido.
Roja era tu boca… de fuego y carmín,
que vi florecer cual botón de rosa;
besos de tus labios… dulce frenesí,
nunca olvidaré su envolvente aroma.
Locura presente que jamás se apaga
trozos de ternura en constante acecho...
¿Conocerá tu ausencia la daga clavada,
que vibra en mi vida… que quebró mi pecho?
Jorge Horacio Richino
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