José Antonio Artés

EL ENOJO

Sin quererlo, ni pensarlo,

me enojé, y de repente,

lo oscuro de mi mente, 

se desató, sin poder controlarlo.

 

  La sinrazón fue mi rechazo,

 la impotencia por la injusticia,

acalorado por la inmundicia,

 quebré mi equilibrio, en un plumazo.

 

Pero al disminuir ese furor,

 transcurridos unos minutos,

 un gusto rancio y diminuto,

se expandió en mi sabor.

 

Sabor descarnado,

que mis neuronas aceleradas,

y ahora más relajadas,

no hubiesen deleitado.

 

José Antonio Artés