En un vacío de tempestades,
Descubrí el horizonte de la duda.
En medio del rocío que escuchaba mis plegarias,
naufragó un sueño que murió quemado,
Y en la deriva
sólo se oía mi llanto aclamando paciencia.
Mis lunares olvidados,
Refugiaron sus anhelos en unas nubes marchitas
que le dieron la espalda.
Y mientras los ojos de la niña inocente
se iban debilitando,
Aquella chispa ya sin fuerzas,
recitaba poesía.
Deborah Silva