En la almohada de los sueños tornaste la pluma de fusil
aromatizaste de calor y tiempo prospero las libretas de cuadriculado
las rociaste de ideas y trasformaste sus mentes en luces de ciudad,
les acrecentaste las alas y la vida, los echaste andar en aguas claras
como barquitos de papel en ancho mar y fueron los libros guillotina
para la mediocridad de un pensamiento arraigado en el lodazal.
Echaste al vuelo las campanas de la desahuciada ignorancia
y sus voces fueron un grito de libertad con retoños de esperanza
se sacudieron de encima con alegrías los sarpullidos del barro.
Comiendo la vida atajos, con reflexiones de lunes a viernes,
horario escolar que los alimento hasta el largo fin de semana.
Con el corazón remendado, con hambre en los labios resabidos,
la voz desgañitada bailaba derramado el conocimiento
sobre los cerebros ahuecados, convertidos al pasar por las aulas,
por tu corazón de fuego, por tu mirada ancestral, en seres humanos…