En una ramita guarecíame del frío, y el inclemente
temporal, cuando de repente sentí unas manos que me
acariciaron, y suavemente, me fueron haciendo sentir
calor, ya en este gozo, yo me sentía amado, y abrigado.
Mis días siguieron pasando, y cada vez, me sentía más
feliz, tenía cariño, ternura, y mucho amor, cuando todo
era música, gozo, y paz, sentí que me tomaron aquellas
manos, las que un día me habían dado calor, me apretó
contra su pecho, y alzando sus manos al cielo me empujó
yo, con mi corazón agitado sentía como mis alas se habrían.
Mientras; apenas yo iba alzando mi vuelo fugaz, y triste, tu
voz se agitó, casi sollozando me dijiste, ve libre paloma
mía, ve libre, y búscate un nuevo y tierno amor. Volé libre
por aquél cielo, sintiendo la lejanía de aquellas manos que
encontrándome un día con frío; me entregó todo su calor.
Hoy; ese recuerdo lo guardo aquí, en mi corazón, y creo que
nunca podré olvidar ese triste adiós, en donde yo me llevé
tu calor, pero tú también te quedaste con mi corazón, y todo
empezó desde aquél momento que me distes más que amor.