Irrumpe el viento y la colonia despierta,
es la tenue voz… Que refiere en su historia,
es el castellano que llegó en veleros
con sus derroteros vestidos de fobias.
La pura madera vieja cruz de roble,
cumple con los años dentro de su alforja.
Son varios los siglos que bautiza Cristo,
trae a “San Clemente” su vasta memoria.
Guardan los baúles tesoros espesos,
rupestres matices de ocre terracota.
Un Coro que sopla refresca el ambiente
y su piel de arcilla reseca de costras.
Se escucha el tañido de dulces canciones,
que trina el “chuchube” por llegar las sombras.
Se tizna la tarde cubierta de estrellas
y cierra sus ojos su dama antañona.